Alguna vez, de pronto, me despierto...

ALGUNA VEZ, DE PRONTO, ME DESPIERTO...

Alguna vez, de pronto, me despierto:
Un dolor me recorre tenazmente,
un dolor que está siempre, agazapado,
por saltar, desde adentro.
Entonces tengo miedo.
Entonces, me doy cuenta que estoy sola
frente a mí, frente a Dios, frente a un espejo
lleno de mis imágenes,
de rostros polvorientos.

Estoy sola, pero siempre estoy sola:
Es lo único cierto.
El amor era un huésped,
la soledad es siempre el compañero
que permanece al lado, inconmovible.
Lo único seguro, verdadero.
Oigo mi corazón, vieja campana
que dobla y que golpea,
que rebota en las sienes y en la nuca
y en la boca y los dedos.
Es cierto, tengo miedo.
Miedo de no poder gritar, de pronto,
de que ya sea demasiado tarde
para un ruego.
La costumbre ahoga las palabras
y alarga el desencuentro.
Ah, tantas cosas quedarán ocultas,
perdidas, sin recuerdo,
tantas palabras que no fueron dichas,
tantos gestos.

Unos dirán: Yo sé, la he conocido,
fue una ardiente rebelde,
se desolló las manos y la vida
por defender los que creyó más débiles.
Otros dirán: Yo sé, la he conocido,
era dura, malévola,
avara de ternura, con la boca
mostraba su desprecio.
Alguien dirá: Y cómo sonreía...
Qué importa
lo que vendrá después del gran silencio.
Claro que tengo miedo.
Así, en la madrugada
mientras algún dolor -un dolor, siempre-
va hincando sus agujas en mi cuerpo,
abro las manos en la sombra dulce
para atrapar mi soledad, de nuevo,
y me quedo a su lado, sin moverme,
con los ojos abiertos
la vida detenida.
Toda mi sangre es un temor inmenso.


CÓMO DECIR DE PRONTO...

Cómo decir de pronto:
tómame entre las manos,
No me dejes caer. Te necesito:
acepta este milagro,
tenemos que aprender a no asombrarnos
de habernos encontrado,
de que la vida pueda estar de pronto
en el silencio o la mirada.
Tenemos que aprender a ser felices,
a no extrañarnos
de tener algo nuestro.
Tenemos que aprender a no temernos
y a no asustarnos
y a estar seguros.
y a no causarnos daño.

Julia Prilutzky

Julia Prilutzky nació en Kiev, Ucrania en 1912. Sus padres, una médico y un ingeniero, le procuraron una extraordinaria formación cultural. Muy joven, adoptó la nacionalidad argentina, país al que amó con pasión toda su vida. En uno de sus libros titulado "La Patria" un poema dice: “Se nace en cualquier parte. Es el misterio. Es el primer misterio inapelable, pero se ama a una tierra como propia, y se quiere volver a sus entrañas." Cursó estudios de Derecho en la Universidad de Buenos Aires y piano en el Conservatorio Nacional de Música con Alberto Williams, aunque su trabajo estuvo siempre relacionado con la literatura y el periodismo. A los 18 años, publicó su primer libro, "Títeres Imperiales", sobre la caída del zarismo. En 1972 publicó "Antología del Amor", que llegó a vender sólo en Argentina 170.000 ejemplares, alcanzando 25 ediciones. Murió el 8 de Marzo de 2002 en la Ciudad de Buenos Aires.

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